Columa: De cine y otras fechorias

Por Jefe Maestro

Hace un calor endemoniado, el sol es inclemente y testarudo, lo cual es de esperarse en medio del desierto; un escorpión negro es aplastado por la rueda de un automóvil en el pavimento. El escenario desértico se ve adornado por una pequeña cafetería. Dentro se encuentra despachando una mesera regordeta y malencarada; un par de parroquianos comen, un hombre pide su orden y su pareja se va a la rocola para bailar, de pronto irrumpen dos sujetos, uno de ellos atraído por la chica comienza un coqueteo que deriva en vulgares ademanes sexuales, mientras su compañero hace comentarios despectivos acerca de ella, esto es motivo suficiente para que la muchacha golpee al tipo que la acosa de un modo sumanente violento; desde los primeros minutos nos damos cuenta de qué tratará esta película, pues súbitmanente todos mueren a punta de disparos y cuchilladas, todos excepto uno, la pareja de psicópatas asesinos siempre dejan con vida a un testigo para que diga a la policía quienes fueron los autores de estos ataques mortales.



Mickey y Malllory Knox son un "matrimonio" feliz, cuyas aficiones constituyen principalmente en asesinar al azar a todo tipo de gente, a veces por algún motivo, a veces no, estos dos sujetos sienten un placer altísimo en hacerlo, mismo que es como una adicción, pues en tan sólo 3 semanas han matado a poco más de 50 personas. Viajan por todo el país en un auto convertible, un challenger 1970, bastante despreocupados, con una aparente indiferencia por las personas que matan, para ellos la gente es un objeto, no importa el individuo o la concepción de la vida humana como tal, para ello lo que importa es la acción de asesinar.


Esta película del director Oliver Stone prácticamente a nadie dejó indiferente en su estreno original hace casi 12 años, pues (creo que érroneamente) el público estadounidense creyó que se magnificaba la violencia gratuita y sin sentido, pero desde mi punto de vista esto no es para nada preciso o acertado, es más bien una denuncia fuerte, que grita harta en contra del amarillismo televiso y la excesiva cobertura que se les dá en los medios electrónicos a este tipo de acciones, y la película lo refleja y a ratos incluso se burla de ello con un humor sarcástico, pues Mickey & Mallory son vistos más como celebridades que como personas que hayan cometido atroces delitos.

Este film está cargado y en ocasiones hasta saturado de una energía visual muy potente, con imágenes que aparecen rápidamente, escenarios plastificados, a veces absurdos, a veces contundentes, cuyo propósito es agobiar al espectador, que además también es un recurso cinematográfico de apoyo al guión, cuyo objetivo es mostrar un reflejo de la mente desquiciada y deforme de los dos asesinos seriales más importantes de Norteamérica, y hasta del mundo, pues tiene admiradores en países como Inglaterra o Japón.


Para muchos esta película es algo que raya en lo absurdo y que tiene bastante de caricaturesco, y tienen algo de razón, lo absurdo es lo que encontramos por doquier durante toda la obra cinematográfica, una metáfora gigante de lo que es la sociedad occidental, lo absurda y ridícula que es, la película fue concebida así desde un principio, su director (ahora venido a menos, desafortunadamente) demostró que con Asesinos por naturaleza se encontraba en plenitud de facultades, su energía necesitaba un excelente pretexto para demostrarlo y éste se halló en el guión, mismo que fue escrito por el (desde mi punto de vista) bastante sobrevalorado Quentin Tarantino, esto fue un ejercicio impactante hasta para él, pues trató por todos los medios que su nombre fuera borrado de los créditos cuando supo la forma en que Oliver Stone iba a plasmarlo en la pantalla grande, aunque él diera como excusa pobre que su guión había sido mutilado -recordemos que los guiones cinematográficos siempre sufren de adaptaciones- y por pobre me refiero a lo hipócrita que es Quentin Tarantino, pues él ha hecho lo mismo en casi todas sus películas con los guiones que él mismo ha escrito.


En realidad, si nos ponemos quisquillosos, la trama es muy simple, ni siquiera es sencilla, pero eso no demerita para nada lo que en realidad es, pues su mérito radica en el fondo y no en la forma, aunque es fácil e inclusive involuntario dejarse llevar por lo primero.

"El asesinato es un acto puro", --"Ustedes lo hacen impuro" dice Mickey en una entrevista que le hace un esquirol de mala muerte que se hace llamar asímismo como "periodista" (interpretado por Robert Downey Jr.) Con esta frase es fácil desviarse y tomar el mensaje por el lado obvio, que es el hecho de que matar no sea un acto altamente cuestionable, la realidad es que es un golpe directo a los medios televisivos, que apelan siempre al morbo, falta de criterio y cultura de mucha gente, que imponen una forma de pensar maquillando una realidad que de por sí ya es artificial, como la de los reality shows; por desgracia no es algo que sea exclusivo de la sociedad gringa, en nuestro país tenemos incontables y páteticos casos donde los medios televisivos hacen una cobertura excesiva de asesinos y asesinatos, basta recordar al "asesino de cumbres", el "mochaorejas" o "la mataviejitas" estúpidos programas amarillistas como “La Oreja”, Ventaneando, de pésima calidad tales como "Los 5 magníficos" "Bailando por un Sueño" o de patéticos reality shows como "Timbiriche, la nueva banda" " La Academia," "Big Brother". ¿Y qué decir de la enorme farsa que hicieron Jorge Kawagui y el luchador que se hace llamar cibernético?

Lo más triste de todo esto es que ldurante muchos años las estaciones de televisión siempre han usado la violencia y el sufrimiento ajeno con fines de lucro, para montar un vulgar y asqueroso circo.

FICHA TÉCNICA:

TITULO ORIGINAL Natural Born Killers
AÑO: 1994
DURACIÓN: 120 min.
PAÍS: EUA
DIRECTOR: Oliver Stone
GUIÓN: David Veloz, Richard Rutowski, Oliver Stone (Historia: Quentin Tarantino)
MÚSICA: Varios
FOTOGRAFÍA: Robert Richardson
REPARTO: Woody Harrelson, Juliette Lewis, Tommy Lee Jones, Tom Sizemore, Ashley Jud, Robert Downey Jr.

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